lunes, 28 de marzo de 2016

Difamación televisiva: el Reglamento Bruselas I y la Directiva sobre comunicación audiovisual ante el TEDH

            Como ya dijera el Tribunal Constitucional en su célebre sentencia 61/2000, de 13 de marzo (FJ 4), la ordenación de la competencia judicial internacional debe responder a la exigencia (constitucional) de “asegurar una posibilidad razonable, según las circunstancias, de accionar ante la justicia”, exigencia que puede resultar incumplida en particular en situaciones –como la que dio lugar a esa sentencia- en las que la decisión sobre la competencia judicial internacional se adopta con base en normas ajenas a este sector del ordenamiento. Salvando las distancias, esa constituye también una conclusión básica de la reciente sentencia del TEDH que motiva esta entrada, la STEDH de 1 de marzo de 2016 en el asunto Arlewin c. Suecia. La sentencia, que condena a Suecia por la violación del artículo 6.1 CEDH (derecho a un proceso justo) tiene su origen en la negativa de los tribunales suecos a conocer de una demanda por intromisión en el derecho al honor en relación con ciertas informaciones aparecidas en un programa de televisión sueco si bien difundido desde el Reino Unido, y presenta el interés adicional de que el TEDH analiza la jurisprudencia del Tribunal de Justicia sobre la aplicación del Reglamento Bruselas I, así como el alcance del criterio del país de origen de la Directiva 2010/13/UE sobre servicios de comunicación audiovisual y su falta de relevancia para determinar la competencia judicial internacional en materia civil.


            Con respecto a las circunstancias del caso, cabe destacar que la demanda había sido interpuesta en Suecia por una persona de nacionalidad sueca y residente en Suecia (que posteriormente fue condenada penalmente por los hechos a los que se refería la información en el marco de un proceso penal que ha dado origen a otra reclamación ante el TEDH) en relación con el contenido de un programa de televisión, que presentaba las siguientes características, según el apartado 7 de la sentencia.

7.  The television programme was produced in Sweden by the Swedish company Strix Television AB. It was sent by satellite link from Sweden to the London-based company Viasat Broadcasting UK Ltd and from there sent unaltered to a satellite which transmitted the programme to the Swedish audience. The encoded programme was viewable via a satellite receiver or a cable connection in Sweden a fraction of a second after it had been sent by satellite link. Even if it was viewable in the United Kingdom, which is doubtful, it would have been watched there by a small audience. It was presented in the Swedish language for a Swedish-speaking audience, and was sponsored by companies competing in the Swedish market. The anchorman of the show, X, a Swedish national, was a celebrity and a wellknown television personality in Sweden; he was also the Chief Executive Officer of Strix Television AB. The show had a long run and was watched by many viewers.

            En síntesis, los tribunales suecos consideraron en aplicación de ciertas normas de la legislación sueca que la circunstancia de que el programa fuera emitido desde el Reino Unido determinaba que los tribunales suecos no tuvieran competencia judicial internacional para conocer de esa demanda. En el marco del proceso ante el TEDH, Suecia puso de relieve que conforme a las normas de la Directiva 2010/13/UE la entidad responsable de la emisión se halla bajo la supervisión de las autoridades británicas, así como que en el marco del Reglamento Bruselas I los tribunales británicos tendrían competencia judicial internacional para conocer de la demanda por difamación. Suecia llegó a admitir que sus tribunales también tendrían competencia internacional según el citado Reglamento, pero sostuvo que: “In these circumstances, while Swedish courts also had jurisdiction under the Brussels I Regulation, the fact that the Swedish courts had found themselves not competent under Swedish law had not impaired the effectiveness of the regulation and thus had not conflicted with it” (ap. 57 de la Sentencia). Desde la perspectiva del DIPr de la UE (y de la jurisprudencia del TJ, como su conocida sentencia Owusu) no deja de resultar llamativa semejante afirmación de que los tribunales de un Estado miembro al que el Reglamento Bruselas I atribuye competencia se declaren incompetentes (internacionalmente) con base en el Derecho nacional (por cierto, en el presente asunto los tribunales suecos rechazaron plantear una cuestión prejudicial al Tribunal de Justicia pese a la petición en ese sentido del demandante).

            El TEDH pone de relieve cómo la regla sobre el criterio de supervisión por las autoridades del país de origen de la Directiva 2010/13/UE no afecta a la competencia judicial internacional para conocer de demandas por intromisión en el derecho al honor, a las que resultan de aplicación las normas del Reglamento Bruselas I (aps. 62 y 63 de la Sentencia), algo que no parece controvertido aunque en la citada Directiva no se considerara necesario introducir una precisión expresa en ese sentido, como sí contiene el artículo 1.4 de la Directiva 2000/31/CE sobre el comercio electrónico.

            Si bien el TEDH entiende que el derecho de acceso a la justicia del artículo 6.1 CEDH no tiene carácter absoluto y que al regularlo y establecer restricciones los Estados gozan de un cierto margen de apreciación, concluye que la negativa de los tribunales suecos a conocer de esa demanda supuso una violación del artículo 6.1. Fundamental a estos efectos es la especial conexión que el caso presentaba con Suecia, que era tan intensa que determinaba que fuera una exigencia del artículo 6.1 CEDH hacer posible el acceso a los tribunales suecos para presentar una reclamación por intromisión al honor derivada del contenido de ese programa, sin que la circunstancia de que los tribunales británicos pudieran también tener competencia judicial internacional para conocer de la reclamación menoscabe en este caso concreto esa conclusión.

            En los términos del apartado 73 de la Sentencia:

“73.  In these circumstances, the Court considers that the Swedish State had an obligation, under Article 6, to provide the applicant with an effective access to court. Instituting defamation proceedings before the British courts could not be said to have been a reasonable and practicable alternative for the applicant in this particular case, and the Swedish State therefore cannot escape responsibility under Article 6 with reference to this alternative. Instead, by bringing his case before the Swedish courts, the applicant tried the only viable option for an effective examination of his defamation claim. In dismissing the applicant’s action without an examination of the merits, the Swedish courts impaired the very essence of his right of access to court. In the Court’s view, the legal limitations on that access were too farreaching and cannot, in the circumstances of the case, be considered proportionate.”

Y en los términos del apartado 7 del voto concurrente:

“…In normal circumstances the option to litigate in London (United Kingdom) cannot be considered a practical alternative for a Swedish resident alleging damage done to his reputation in Sweden. The connections to Sweden, as enumerated in paragraph 73 of the judgment, are overwhelming in this case. To my mind some of these connections, such as the nationality of the anchorman and the location of the sponsoring companies’ activities, as well as the alleged place of the applicant’s conduct, have no bearing on the applicant’s right of access to court in Sweden. It would have been enough, I think, to establish that the alternative of initiating a private action in a United Kingdom court, for an individual residing in Sweden alleged to have suffered an attack on his reputation in Sweden, was not practical for the applicant from the point of view of geographical distance, legal resources and costs.”